Voge tiene "un puñado" de motos para pruebas y los clientes se quejan: "Llevo un mes de espera"

La ilusión de probar una moto antes de comprarla se está convirtiendo en una misión casi imposible para muchos motoristas en España. Lo demuestra el creciente número de críticas de usuarios que acuden a concesionarios oficiales —como el de Voge en Barcelona— y se encuentran con una realidad que choca con sus expectativas: no hay unidades de prueba disponibles, o si las hay, los plazos para acceder a ellas se dilatan durante semanas.
Uno de los casos recientes lo protagoniza un potencial cliente interesado en la Voge 300 Rally, que expresaba públicamente su frustración:
“Llevo esperando más de un mes para que me llamen y poder probar la Voge 300 Rally. Totalmente desilusionado con esta moto ahora mismo, no entiendo cómo la marca no envía más motocicletas a este concesionario. ¡Están perdiendo ventas!”
Una tendencia que afecta a todo el mercado
Este no es un caso aislado. Cada vez más clientes denuncian que la mayoría de concesionarios españoles cuentan con un número muy reducido de unidades de prueba, cuando no directamente con ninguna. En el sector de la automoción, las pruebas dinámicas han sido durante años una herramienta fundamental para cerrar ventas. Sin embargo, en el mercado de la moto, esta práctica sigue sin estar generalizada, especialmente en marcas emergentes como Voge.
Un obstáculo para marcas que buscan crecer
Marcas como Voge, que están tratando de consolidarse en el competitivo segmento de las motos trail y de aventura, no pueden permitirse este tipo de tropiezos logísticos. Modelos como la 300 Rally generan gran expectación, pero si los concesionarios no cuentan con unidades para pruebas, muchos potenciales compradores se decantan por marcas que sí ofrecen la experiencia completa antes de decidir.
La falta de motos demo no solo ralentiza el proceso de decisión, sino que además genera desconfianza y desilusión, perjudicando tanto la imagen del concesionario como la de la propia marca. “Están perdiendo ventas”, dice con claridad el usuario. Y no es una exageración.
¿Por qué no hay suficientes motos de prueba?
Los motivos son varios: costes logísticos, escasez de stock a nivel europeo, falta de apoyo desde las matrices o importadores, y en algunos casos, una planificación comercial que subestima el poder de una prueba en carretera. Sea cual sea la razón, el resultado es el mismo: concesionarios sin recursos suficientes para ofrecer una experiencia completa al cliente.
Una oportunidad desaprovechada
En un momento en que el cliente valora más que nunca la experiencia real de conducción, no facilitar pruebas es un error estratégico. Si a eso se suma una comunicación poco clara y plazos de espera excesivos, el cóctel resulta desmotivador para cualquier comprador potencial, incluso aunque el producto sea competitivo en ficha técnica y precio.
La solución pasa por reforzar las redes de prueba, mejorar la logística interna y escuchar de forma activa a los usuarios. Porque, en definitiva, una moto se compra con el corazón… pero antes necesita convencer con el cuerpo.