Falta nada y menos para que la DGT cambie la tasa de alcohol permitida... y la nueva no da margen

La Dirección General de Tráfico (DGT) va a dar un paso que, sin duda, cambiará las reglas del juego para todos en la carretera — especialmente para los que vamos sobre dos ruedas. Se avecina una reforma legal que reducirá la tasa máxima de alcoholemia permitida en España a 0,2 g/l en sangre y 0,1 mg/l en aire espirado.
Una cifra casi simbólica que, según la propia DGT, equivale a una política de “tolerancia cero”, aunque sin fijar el límite en 0,0 por motivos de seguridad jurídica y recomendaciones europeas. A efectos prácticos: una cerveza o una copa podrían costarte la moto, el carné... o la vida.
Fin de las excepciones: un mismo rasero para todos
Hasta ahora, había diferencias entre conductores profesionales, noveles y el resto de usuarios, pero eso se acabó. Con esta reforma, la DGT quiere aplicar una única tasa para todos, sin excepciones. Y sí, eso también incluye a los moteros veteranos de larga ruta que pensaban que una caña al sol no afectaba tanto.
Pero los datos no engañan: en 2023, más del 30% de los conductores fallecidos dieron positivo en alcohol. Una estadística escalofriante que ha terminado de empujar a Tráfico a endurecer la normativa.
Para los que vamos en moto, el riesgo se multiplica
En moto, no hay chapa, no hay airbag, no hay margen. Conducir tras haber bebido, aunque sea poco, reduce los reflejos, la capacidad de reacción y la coordinación motriz. Algo tan básico como anticipar un coche que se cambia de carril, una curva más cerrada de lo esperado o un peatón que cruza fuera del paso, puede convertirse en una sentencia si no estás al cien por cien.
El alcohol, incluso en dosis mínimas, emborracha el juicio. Y en moto, el margen de error es cero.
¿Y ahora qué?
La reforma aún está en trámite, pero la intención de la DGT es clara: cero excusas, cero alcohol, más seguridad. Se espera que la nueva tasa entre en vigor en los próximos meses, tras el proceso legislativo correspondiente.
Para los que vivimos la carretera desde el manillar, esto no es solo una cuestión de normativa, sino de conciencia. Una copa menos puede ser una ruta más. Y como siempre se ha dicho en el mundo motero: más vale llegar tarde que no llegar.