La DGT cree que los moteros conducen rápido "por aburrimiento" (entre otras razones)

En España, casi dos de cada tres multas de tráfico se deben a excesos de velocidad. Lo ha confirmado el último informe de Automovilistas Europeos Asociados (AEA): en 2024, la Dirección General de Tráfico (DGT) impuso 5,41 millones de sanciones, de las cuales un 64% fueron por exceder los límites de velocidad. Esto se ha traducido en una recaudación récord de 539,9 millones de euros, superando con holgura los 501,4 millones del año anterior.
Y hay una explicación muy clara: los radares, especialmente los camuflados y los de última generación, están trabajando a pleno rendimiento.
Un aumento imparable de multas por velocidad
Según el propio informe, las sanciones por velocidad han aumentado más de un 4% respecto a 2023. Los radares fijos son los que más sancionan (2,36 millones de multas), pero los móviles han sido protagonistas este año, con un incremento del 22% en su actividad.
El catálogo de cinemómetros de la DGT no deja de crecer: en la actualidad hay alrededor de 1.300 radares fijos, incluyendo radares de tramo, considerados por el organismo más “justos” al medir la velocidad media. Solo en 2024, la DGT ha puesto en marcha más de 40 nuevos radares, y antes de que termine el año se sumarán 122 dispositivos más.
Por su parte, los radares camuflados, como los Velolaser —capaces de ocultarse en guardarraíles—, han demostrado ser una auténtica mina de oro. Desde 2022, Tráfico ha invertido en 70 Velolaser por 610.000 euros y, en 2024, sumó 15 radares móviles de nueva generación por 1,2 millones de euros. Ya se han rentabilizado sobradamente.
Las razones oficiales: ¿corremos más o nos multan más?
En medio de esta avalancha de multas, la propia DGT ha querido lanzar un mensaje preventivo a través de su cuenta de Instagram: “¿Conocías las principales razones por las que excedemos la velocidad permitida?”. Entre los motivos citados, destacan algunos previsibles —“tenemos prisa” o “queremos igualarnos al tráfico”—, pero también otros más sorprendentes, como “nos aburrimos” o “disfrutamos conduciendo rápido”.
Aunque es innegable que el exceso de velocidad es un factor de riesgo, lo cierto es que muchos conductores se preguntan si el crecimiento de las sanciones tiene más que ver con la velocidad real o con el número creciente de radares desplegados por el país.
Radares camuflados, remolques con sorpresa y multas en piloto automático
La eficiencia de los radares móviles y camuflados no tiene rival. Los nuevos dispositivos ocultos en remolques, por ejemplo, ya están sancionando hasta 10.000 conductores en solo tres días, según algunas fuentes. Algunos de estos radares permanecen apagados durante meses y, al volver a activarse, se convierten en auténticas fábricas de multas.
Un caso emblemático es el del radar de tramo en Despeñaperros, que en 2023 emitió apenas dos denuncias y en 2024 ya roza las 24.200 sanciones. Una muestra más de que el arsenal tecnológico de Tráfico está cada vez más automatizado, eficaz y rentable.
¿Control de velocidad o caja registradora?
Los datos no dejan lugar a dudas: desde 2022, la DGT supera los 500 millones de euros anuales en recaudación por sanciones. Y mientras se argumenta que el objetivo es la reducción de la siniestralidad, el aumento exponencial del número de radares y su ubicación estratégica —a menudo en zonas donde no hay especial peligrosidad— suscita cada vez más críticas.
El mensaje de fondo parece claro: exceder el límite de velocidad, aunque sea por pocos kilómetros por hora, es más fácil que nunca… y más caro también. En plena era digital, la vigilancia de Tráfico ya no descansa, y cada radar es una cámara con un precio detrás.