Se compra una Aprilia de concesionario en Torrejón y le consume 0,5 litros... pero de aceite
Adquirir una moto nueva debería ser una experiencia emocionante, especialmente cuando se opta por un modelo como la Aprilia Tuareg 660, que promete una gran experiencia de conducción. Sin embargo, este no fue el caso para un propietario que adquirió su Tuareg 660 hace 16 meses y ha vivido un verdadero calvario debido a diversos fallos mecánicos y eléctricos que no han sido resueltos de forma satisfactoria.
Los problemas empiezan desde el principio
La moto fue comprada en un concesionario de Torrejón de Ardoz, en Madrid, donde el cliente inicialmente notó ciertos fallos menores durante los primeros 1000 km, como tirones y problemas con el escape, que parecían estar relacionados con el colector de escape dañado por la condensación. El concesionario realizó una revisión, ajustó la suspensión y apretó la cadena, pero el problema persistió. Posteriormente, la actualización de la ECU se reveló como una necesidad urgente, algo que no se hizo a tiempo, lo que marcó el comienzo de los problemas.
Una moto que pasa más tiempo en el taller que en la carretera
El cliente comenzó a enfrentar fallos eléctricos importantes, como la moto quedándose sin batería tras estar parada durante solo 15 días. Tras llevarla al servicio técnico, se le reemplazó la pantalla debido a un consumo residual de energía. Pero los problemas no terminaron ahí. La moto continuó presentando fallos con el relé de encendido y, lo más alarmante, comenzó a consumir aceite en cantidades excesivas, hasta 0,5 litros cada 1000 km. Esto, lejos de ser considerado anómalo, fue inicialmente desestimado por el concesionario y el fabricante, que aseguraron que el consumo de aceite era normal, algo que el propietario sabía que no era cierto.
Un largo proceso de reparaciones sin soluciones
El cliente insistió en una revisión, y después de varios meses de trámites y pruebas, finalmente se acordó enviar la moto al taller para verificar el consumo de aceite. A partir de ahí, el tiempo de espera y las respuestas deficientes fueron la tónica: seis meses de espera entre múltiples revisiones, con demoras de transporte, días de espera para realizar las comprobaciones y dificultades para obtener respuestas claras tanto del concesionario como de Aprilia.
Aunque el taller realizó las pruebas necesarias y verificó que el consumo de aceite era excesivo, las respuestas fueron siempre evasivas y poco satisfactorias. El problema del aceite fue reconocido, pero en lugar de una solución adecuada, el taller sugirió cambiar los pistones, lo cual parecía una solución incompleta. Finalmente, le dijeron que lo mejor sería cambiar todo el motor, pero solo con la condición de que exigiera a Aprilia que lo hiciera.
La falta de servicio y la escasa atención al cliente
Lo que más frustró al propietario fue la falta de acción de Aprilia y el concesionario. A pesar de las múltiples llamadas, correos y quejas presentadas, tanto al concesionario como al servicio de atención al cliente de Aprilia, las respuestas fueron lentas y fueron siempre lo mínimo necesario. Además, la promesa de extender la garantía por todos los meses que la moto estuvo en el taller fue rechazada, a pesar de que el Instituto de Consumo establece que la garantía debe extenderse en tales situaciones.
Una moto que pasó más tiempo en el taller que en la carretera
A lo largo de esta experiencia, el cliente ha quedado con la moto parada más tiempo en el taller que en circulación. Tras seis meses en el taller, aprendiendo a lidiar con promesas vacías y falsas expectativas, la moto todavía no ha sido reparada adecuadamente. En un gesto de desesperación, el propietario exige una solución rápida, pero se enfrenta a la realidad de que la moto probablemente necesite más meses en reparación.
El dilema final: ¿venderla o seguir con la reparación?
El propietario de la Aprilia Tuareg 660 se ve atrapado en una difícil situación. Venderla a un particular no es una opción viable, ya que sabe que la moto, aunque reparada, sigue sin tener las garantías adecuadas. Por otro lado, mantenerla en el taller durante más tiempo y esperar una solución definitiva parece ser la única alternativa viable, aunque esto signifique seguir esperando sin una fecha de entrega clara.
Conclusión: La frustración de un cliente y la falta de atención
Este caso pone de manifiesto la importancia de contar con un concesionario que se haga responsable de las reparaciones y que ofrezca un servicio al cliente adecuado y transparente. La falta de responsabilidad de Aprilia y del concesionario ha dejado al propietario sin una solución adecuada y con una moto que ha pasado más tiempo en el taller que en la carretera.
Este tipo de experiencias no solo frustran a los clientes, sino que también afectan negativamente la imagen de la marca. La Atención al Cliente debe ser una prioridad para cualquier fabricante y concesionario que desee mantener la lealtad de sus clientes.