Solo hay un país en el mundo donde las mujeres tienen prohibido montar en moto
Irán podría estar a punto de dar un pequeño gran paso hacia la igualdad: permitir que las mujeres conduzcan motocicletas. Hasta ahora, la ley en el país persa ha sido tajante: ellas pueden ponerse al volante de un coche, pero no al manillar de una moto. Ese gesto, aparentemente cotidiano en la mayoría del mundo, sigue siendo un acto prohibido para millones de mujeres iraníes.
Ahora, según ha revelado el medio especializado Al-Monitor, el Parlamento iraní se encuentra debatiendo un proyecto de ley que pondría fin a esta histórica restricción. Y lo curioso es que el argumento que ha abierto la puerta al debate no es ideológico, sino legal y práctico: el vacío en las pólizas de seguro.
El detonante: un problema con el seguro
Kazem Delkhosh, un alto cargo del Ejecutivo en asuntos parlamentarios, ha explicado que en caso de accidente con una mujer conduciendo una moto, los seguros actuales no cubren los daños a terceros. Es una situación absurda en términos legales, pero también peligrosa para la seguridad vial. Este vacío ha obligado a reconsiderar una normativa que, más allá de lo administrativo, tiene profundas implicaciones sociales.
Una contradicción evidente
Resulta llamativo que en Irán las mujeres puedan obtener legalmente el permiso de conducir coches, pero no el de motocicleta. Esta discriminación choca de frente con la realidad diaria: muchas ya circulan de forma clandestina en motos pequeñas o scooters, arriesgándose a multas o incluso a la confiscación de sus vehículos.
En ciudades como Teherán, donde el tráfico es denso y caótico, la motocicleta representa una alternativa práctica y asequible para moverse con rapidez. Pero también es mucho más: es una forma de independencia que, hasta ahora, ha sido negada sistemáticamente.
Una lucha de fondo, más allá del motor
En enero de 2024, Ensieh Khazali, entonces vicepresidenta para Asuntos de la Mujer, anunció que se trabajaba en una normativa para autorizar las licencias de moto para mujeres. Fue un anuncio que ilusionó a muchas. Pero el entusiasmo duró poco. Apenas unos meses después, el ministro del Interior Ahmad Vahidi cerró el asunto con una frase seca: “Ni siquiera está en la agenda del Gobierno”.
Es el reflejo de cómo cada pequeño avance en materia de derechos para las mujeres en Irán es un vaivén político, un tira y afloja entre quienes empujan hacia el cambio y quienes insisten en mantener todo como está.
Más que una moto: un símbolo
Permitir que una mujer conduzca una motocicleta no es solo una cuestión de movilidad. En un país donde siguen vigentes las normas de tutela masculina, donde el acceso al divorcio, la custodia de los hijos o incluso la herencia está condicionado por el género, subirse a una moto y decidir su rumbo es un gesto profundamente emancipador.
Es romper con décadas de control sobre los cuerpos, los espacios y las decisiones de las mujeres. Significa elegir cuándo salir, por dónde ir, y no depender de un hombre para moverse. Es, en definitiva, una forma de libertad.
¿Una promesa más?
A día de hoy, el proyecto sigue en fase de debate. No hay garantías de que se apruebe, ni de que la normativa cambie realmente en la práctica. Pero el simple hecho de que se esté hablando de ello en el Parlamento ya marca una diferencia.
En Irán, que una mujer pueda arrancar una moto y lanzarse a la carretera no es solo una cuestión de tráfico o de seguros. Es una cuestión de derechos. Y cada kilómetro que puedan recorrer será también un trayecto hacia su libertad.