Los chinos ya tienen (y usan) sus "guardias civiles" robot
China vuelve a demostrar que juega en otra liga tecnológica. Mientras en buena parte del mundo seguimos debatiendo sobre radares, semáforos inteligentes o cámaras de control, en la ciudad de Hangzhou ya circula algo que parece sacado directamente de una película de ciencia ficción: robots humanoides que actúan como guardias de tráfico. No es una prueba piloto oculta ni un vídeo viral fuera de contexto. Es real y ya está ocurriendo en plena vía pública.
El protagonista de esta historia es Hangxing n.º 1, un robot humanoide equipado con Inteligencia Artificial, sensores avanzados y cámaras de última generación, cuya función es regular el tráfico urbano, interactuar con peatones y detectar infracciones. Su puesta en servicio marca un punto de inflexión en la forma en la que las ciudades pueden gestionar la movilidad en el futuro.
Un guardia de tráfico… sin carne ni hueso
Hangxing n.º 1 ya opera en una concurrida intersección del distrito de Binjiang, una de las zonas más dinámicas de Hangzhou. Su tarea no se limita a levantar el brazo o señalar direcciones. Regula el tráfico en tiempo real, coordina su actuación con la red de semáforos y se comunica verbalmente con peatones cuando detecta comportamientos inseguros, como cruces indebidos.
Gracias a su sistema de visión artificial, el robot es capaz de identificar infracciones, como motoristas sin casco, y actuar en consecuencia. Todo ello lo hace desplazándose sobre una plataforma móvil, con una silueta claramente humanoide diseñada para facilitar la interacción con las personas.
Inteligencia Artificial aplicada a la calle
El avance no es casual. El desarrollo de robots humanoides ha acelerado de forma exponencial gracias a la IA, y China está apostando fuerte por llevar esta tecnología a escenarios reales. A diferencia de otros proyectos más experimentales, Hangxing n.º 1 ya trabaja en condiciones reales de tráfico, con peatones, coches, motos y situaciones imprevisibles.
El sistema está conectado directamente con la infraestructura urbana, lo que le permite conocer prioridades, fases semafóricas y flujos de circulación en todo momento. En la práctica, funciona como un nodo inteligente dentro del ecosistema de la ciudad, no como un elemento aislado.
¿Sustitución o evolución del trabajo humano?
La gran pregunta es inevitable: ¿acabarán estos robots sustituyendo a los guardias de tráfico tradicionales? Desde un punto de vista funcional, la respuesta parece clara. La regulación manual del tráfico es una tarea repetitiva, expuesta a riesgos y dependiente de condiciones climatológicas y físicas. Un robot no se cansa, no enferma, no necesita turnos y solo requiere energía para seguir operativo.
Eso no significa que el factor humano desaparezca de inmediato, pero sí apunta a una transformación profunda del empleo urbano, donde la supervisión y el control podrían recaer en operadores humanos mientras la ejecución diaria la asumen máquinas inteligentes.
Un anticipo del futuro urbano
No es la primera vez que vemos robots ocupando espacios tradicionalmente humanos: fábricas, logística, reparto o incluso conducción experimental. Sin embargo, ver a un robot dirigiendo el tráfico en una gran ciudad supone cruzar una frontera simbólica muy potente. La tecnología deja de estar en entornos cerrados y pasa a formar parte de la vida cotidiana.
China, una vez más, actúa como laboratorio a gran escala. Lo que hoy sorprende en Hangzhou podría convertirse mañana en algo habitual en otras ciudades del mundo. La pregunta ya no es si estamos preparados, sino cuánto tardaremos en acostumbrarnos a que quien nos indique cuándo cruzar la calle no sea una persona, sino un algoritmo con forma humana.