La mayoría de guardias civiles se pronuncia por la baliza V16... y les parece que la DGT ha patinado
A partir de enero, la forma de señalizar una avería o un accidente en carretera cambiará para siempre. Los triángulos de emergencia pasarán a la historia y su lugar lo ocupará de manera obligatoria la baliza V16 conectada con la DGT. Sobre el papel, el objetivo es claro: reducir atropellos y evitar que los conductores tengan que bajarse del vehículo en situaciones de riesgo. Sin embargo, la cuenta atrás hacia su implantación definitiva está dejando un escenario lleno de dudas, críticas y confusión.
La Dirección General de Tráfico defiende que esta medida supone un avance en seguridad vial. La baliza, al activarse desde el interior del coche, envía la ubicación exacta del vehículo a la plataforma DGT 3.0, lo que permite alertar al resto de usuarios de la vía en tiempo real. Desde Tráfico se insiste en que el sistema permitirá una gestión más rápida de los incidentes y una mejor información para los conductores que se aproximan a la zona afectada.
Sin embargo, no todos comparten ese optimismo. La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), mayoritaria dentro del cuerpo, ha mostrado públicamente sus reticencias. Su portavoz, la guardia civil de Tráfico Olaya Salarón, ha puesto el foco en una preocupación clave: la baliza, por sí sola, no garantiza una protección suficiente en determinados escenarios, especialmente en vías rápidas o con baja visibilidad. Desde la AUGC se considera que eliminar los triángulos sin una alternativa complementaria puede dejar al conductor en una situación vulnerable.
A esta crítica se suma otro problema que está generando un auténtico caos entre los conductores: el mercado está lleno de balizas supuestamente homologadas que, en realidad, no cumplen los requisitos que serán obligatorios a partir de enero. Algunas no están conectadas con Tráfico, otras no lo estarán durante el periodo exigido o no figuran en el listado oficial de dispositivos autorizados. El resultado es claro: hay conductores que están comprando productos que podrían acabar en sanción, pese a haber actuado de buena fe.
Desde el ámbito de los consumidores, FACUA también ha alzado la voz. Su secretario general, Rubén Sánchez, ha advertido del riesgo de una información insuficiente y confusa, tanto por parte de los fabricantes como de las administraciones. La organización reclama mayor claridad para evitar que los usuarios paguen dos veces: primero por una baliza inválida y después por la correcta.
En este contexto, la propia DGT, con Ana Blanco como subdirectora adjunta, ha tratado de trasladar un mensaje de calma, recordando que solo serán válidas las balizas V16 conectadas y que existen listados oficiales para comprobar qué modelos cumplen la normativa. Aun así, el mensaje no termina de calar en una ciudadanía que percibe el cambio como precipitado y mal explicado.
La sustitución de los triángulos por la baliza conectada nace con una intención clara, pero el debate sigue abierto. Entre las dudas sobre su eficacia real, las críticas de los profesionales de la carretera y el descontrol en la venta de dispositivos, el nuevo sistema arranca envuelto en polémica. Con enero cada vez más cerca, muchos conductores se preguntan si esta transición llegará con la seguridad prometida o si, por el contrario, acabará convirtiéndose en otro quebradero de cabeza más al volante.