Le hace 100.000 kilómetros a su Ducati Monster y cuenta lo que pasó: "El cuentakilómetros se reseteó"

A veces una moto no es solo una máquina. Es un viaje. Una etapa. Un vínculo que va más allá del embrague, las bielas y el escape. Eso lo sabe muy bien un usuario del foro Ducatistas.com, que ha compartido un relato que mezcla nostalgia, pasión y una buena dosis de realismo mecánico. Su historia empieza con una Suzuki GS 500 y una duda: “¿Me lanzo a por una Ducati o no?”. Cinco años y 100.000 kilómetros después, tiene la respuesta muy clara.
Se enamoró —como tantos— de la Monster, ese icono que hace que más de uno se gire cuando pasa por la calle. Durante mucho tiempo, nos cuenta, la veía, la escuchaba, la soñaba... Y espiaba el foro en silencio, buscando opiniones, datos, posibles fallos. Hasta que un día el corazón habló más fuerte que la prudencia. Y acertó.
Una Monster con kilómetros... y con alma
Durante estos cinco años, la Monster le ha llevado a circuitos, a grandes premios, a los Alpes, a reuniones moteras, a escapadas con amigos que hoy son algo más que compañeros de ruta. Ha sido compañera de trabajo, válvula de escape, medicina diaria y, como él mismo dice, parte de su “segunda familia”.
Pero, claro, no todo ha sido perfecto. Fallos eléctricos puntuales, un embrague a los 50.000 km, un regulador de corriente a los 60.000, consumo de aceite moderado y un ligero tintineo a altas revoluciones que el mecánico ha apuntado a holguras en el eje de balancines. Nada, en realidad, que no entre dentro del mantenimiento lógico de una moto que no ha parado de rodar. Y lo mejor: está listo para meterle otros 100.000 con revisión a fondo incluida.
El cuentakilómetros que vuelve a empezar
Pero lo más curioso de la historia no es la fiabilidad ni las aventuras. Es que, tras cruzar el mágico umbral de los 99.999 km, el cuentakilómetros se reseteó y marcó... ¡25 kilómetros!. Como si la Monster acabara de salir del concesionario. Solo que con mucho vivido a cuestas. El usuario reconoce que cada cierto tiempo aparece un “1” fantasma a la izquierda, como si la moto recordara que ya ha recorrido más de lo que el display puede contar.
Entre bromas, alguien le dijo que con ese marcador nuevo podría venderla como “poco rodada”. Pero él no la vendería “ni aunque me diesen lo que costó nueva”. Porque para él no es solo una moto: es un álbum de recuerdos, un motor de amistades, una razón para madrugar, una terapia sobre ruedas.
Una Monster para toda la vida
En este relato, lo importante no son los kilómetros, sino lo que representan. Esta Ducati Monster no es un hierro con ruedas. Es una historia en marcha. Y aunque algún día llegue otra moto al garaje, él lo tiene claro: esta se queda. Hasta el final.
Para muchos, una Ducati es una moto pasional, visceral, impredecible. Y puede que eso sea cierto. Pero también puede ser fiel, noble y eterna, si quien la lleva lo hace con el corazón. Como este ducatista, que no quiere curarse de esta “enfermedad”. Y, sinceramente, ¿quién querría?