Una baja de póliza, un teléfono 807 y 34 euros de sorpresa: AMV vuelve a hacer de las suyas a un motero
Un cliente de AMV ha trasladado una queja muy dura tras una gestión que, lejos de resolverse con normalidad, terminó convirtiéndose en una experiencia que califica directamente como decepcionante y abusiva. El caso pone el foco en la atención telefónica, el uso de líneas de tarificación especial y la falta de transparencia en la cancelación de pólizas.
Una relación sin problemas… hasta ahora
El afectado explica que llevaba varios años asegurado en AMV sin incidencias previas. De hecho, nunca había dado un parte, por lo que no había tenido ocasión de comprobar cómo respondía la aseguradora ante un problema real. Siempre había realizado las gestiones por teléfono, un canal que consideraba más rápido y sencillo que hacerlo por ordenador.
Todo cambió cuando vendió uno de sus vehículos, que llevaba apenas un mes asegurado, y decidió llamar para dar de baja la póliza y saber qué ocurría con el importe restante del año ya pagado, teniendo en cuenta que mantiene cuatro vehículos asegurados con la compañía.
Derivado a un teléfono de tarificación especial
Tras contactar con atención al cliente, le facilitaron un número para realizar la gestión “directamente”: un teléfono 807, una línea de tarificación especial. Al llamar, la conversación comenzó con normalidad. Le solicitaron datos habituales como número de póliza, matrícula y datos personales.
A partir de ahí, la situación empezó a torcerse. El operador le pidió que se mantuviera en espera mientras realizaba la gestión. Esa espera se alargó más de cinco minutos, tras los cuales volvieron a pedirle más documentación. El proceso se repitió varias veces, con nuevas esperas y solicitudes de información que ya había facilitado.
Más de 20 minutos sin solución
Con el paso de los minutos, el cliente empezó a mostrar su malestar. Llevaba más de 20 minutos al teléfono sin que la baja se materializa ni se aclarara nada. En lugar de avanzar, fue redirigido a otra operadora, que comenzó el proceso desde cero, pidiéndole nuevamente todos los datos, pese a que acababa de facilitarlos.
El resultado final fue aún más frustrante: tras 28 minutos de llamada, la única “solución” fue indicarle que enviara toda la documentación por correo electrónico, es decir, exactamente lo que se podría haber hecho desde el principio sin necesidad de esa llamada.
La sorpresa en la factura: casi 34 euros
El golpe definitivo llegó después. Esa llamada de 28 minutos tuvo un coste de 33,98 euros. Casi 34 euros por una gestión que no se resolvió por teléfono, que obligó a repetir datos varias veces y que terminó derivándose al correo electrónico.
El cliente reconoce que necesitó ayuda para completar el trámite online, ya que no se maneja bien con el ordenador, y finalmente consiguió enviar la documentación. La póliza parece haber sido dada de baja, pero sigue sin recibir respuesta a la pregunta clave: qué ocurre con el tiempo del seguro ya pagado.
Falta de información y pérdida de confianza
El afectado asegura haber revisado las cláusulas de la póliza sin encontrar información clara sobre si el importe restante se reembolsa, se traspasa a otro vehículo o se pierde, algo que sí ocurre en otras aseguradoras. De haber tenido esa información, afirma que su intención habría sido asegurar otro vehículo con AMV.
Sin embargo, la experiencia ha provocado el efecto contrario. La sensación de falta de transparencia, unida al coste elevado de la llamada y a la ineficacia del proceso, ha erosionado completamente su confianza en la compañía.
“Una decepción” que puede acabar en cancelaciones
El cliente concluye que, tras lo ocurrido, es muy probable que cancele progresivamente el resto de pólizas a medida que se acerquen sus fechas de renovación. Lo que comenzó como una simple gestión administrativa ha terminado convirtiéndose en una ruptura de confianza con una aseguradora con la que llevaba años.
Un caso que vuelve a abrir el debate sobre el uso de líneas 807 para atención al cliente, la claridad en las condiciones de cancelación y la importancia de ofrecer soluciones reales, no solo derivaciones y esperas, cuando un cliente decide marcharse.