KTM casi se hunde por meterse en el "pelotazo" de las injustificablemente caras bicis eléctricas
Durante años, KTM fue una de las marcas más sólidas y reconocibles del motociclismo europeo. Crecimiento constante, gama cada vez más amplia, récords de ventas y una presencia firme en mercados clave. Hasta que llegó un movimiento que, visto en perspectiva, se convirtió en uno de los errores estratégicos más importantes de su historia reciente: su apuesta por las bicicletas y las e-bikes.
Lo que empezó como un intento de diversificación terminó siendo un serio problema financiero que, según su propio socio industrial Bajaj, contribuyó de forma decisiva a que KTM entrara en una crisis tan profunda que en 2024 acabó en concurso de acreedores, una situación impensable para un fabricante de motos tan reconocido.
La expansión hacia las e-bikes: una idea atractiva sobre el papel
A principios de la década de 2020, el mercado de las bicicletas eléctricas vivía un auge global. Era el momento perfecto para entrar, y muchas marcas de motos lo vieron como una forma de captar nuevo público y aprovechar la tendencia hacia la movilidad urbana.
KTM decidió sumarse con fuerza:
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Gamas completas de e-MTB y bicicletas urbanas.
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Inversiones en fábricas especializadas.
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Equipos de desarrollo paralelos a los de moto.
La lógica era evidente: si KTM construía motos competitivas, ¿por qué no aprovechar esa ingeniería para entrar en el ciclismo eléctrico?
El problema es que no existían sinergias reales entre ambos mundos. Así lo ha dejado claro Bajaj, accionista clave del grupo Pierer Mobility, en repetidas ocasiones durante 2025.
Bajaj: Las bicicletas fueron uno de los peores desvíos estratégicos
Las declaraciones de Bajaj sobre el asunto han sido contundentes. Desde India llevan meses recordando que:
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La aventura de las bicicletas quemó dinero.
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No aportó crecimiento, sino que drenó recursos.
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No existían puntos en común entre la ingeniería de una moto y la de una e-bike.
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No había retorno de inversión, ni a corto ni a medio plazo.
En palabras de la propia compañía, fue una línea que no tenía sentido industrial, un error que lastró las cuentas en el peor momento posible: justo cuando el mercado de la moto empezaba a frenarse y las ventas caían en Europa.
El resultado fue devastador: KTM llegó a tambalearse como marca, y su matriz se vio obligada a una reestructuración severa para evitar males mayores.
El efecto dominó dentro del grupo KTM
La diversificación mal ejecutada no solo generó pérdidas directas. También produjo varios efectos secundarios:
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Desvío de recursos
Equipos de desarrollo, inversión tecnológica y capacidad productiva se repartieron entre sectores sin relación real. -
Caída de competitividad en moto
Mientras otras marcas afinaban productos y tecnología, KTM tenía la vista puesta en un negocio que no rentaba. -
Un stock de e-bikes difícil de colocar
El mercado se saturó, los precios cayeron y muchas marcas —no solo KTM— acabaron compitiendo en un terreno donde el margen era mínimo. -
Desconfianza de los inversores
Bajaj, pieza clave en la estabilidad del grupo, fue la primera en señalar públicamente el problema.
Todo ello se acumuló hasta desembocar en la crisis que casi hace desaparecer a KTM tal y como la conocemos.
Una lección dura para el sector de la moto
Lo ocurrido con KTM se ha convertido en un caso de estudio dentro de la industria. Y es que, aunque a simple vista pueda parecer que una marca de motos puede “trasladar su ADN” a las e-bikes, la realidad industrial es muy distinta:
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Los procesos no son los mismos.
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Las cadenas de suministro no coinciden.
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El público objetivo difiere.
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La competencia en ciclismo es feroz y muy especializada.
Cuando el boom de las e-bikes empezó a estabilizarse, muchas empresas descubrieron demasiado tarde que el negocio no era tan rentable como parecía.
KTM fue una de las que más caro lo pagó.
El presente: una recuperación lenta y prudente
Tras la tormenta, KTM ha conseguido estabilizarse de nuevo. La gama de motos se mantiene fuerte, el respaldo industrial sigue intacto y el grupo Pierer Mobility confía en volver a ser un referente. Pero nadie en la compañía oculta que la aventura de las bicicletas fue un bache innecesario que no aportó nada a su ADN motociclista y sí generó enormes quebraderos de cabeza.
Por eso, cada vez que otra marca premium anuncia su entrada en el ciclismo —como está haciendo Ducati— inevitablemente aparece el ejemplo de KTM como recordatorio de lo complicada que puede ser esa diversificación cuando se hace sin una estrategia clara y sin un mercado sólido que garantice retorno.