Las motos que más matan a sus dueños no son las R ni las trail, solo las hace BMW, Honda y Harley Davidson

Cuando se habla de motos y accidentes mortales, todos piensan en deportivas rugiendo por autopistas o scooters sorteando coches en ciudad. Pero la estadística tiene otros datos. Y son sorprendentes.
Los modelos que más se repiten en los siniestros mortales no son ni las más rápidas ni las más nerviosas. Son las más grandes, las más pesadas, las más cómodas... y también las que recorren más kilómetros seguidos. Nos referimos a las motos de gran cilindrada, por encima de los 1400 cc, como la BMW K 1600, la Honda Goldwing o las imponentes Harley-Davidson Touring.
Las reinas del asfalto, las más peligrosas
Son las llamadas devoradoras de kilómetros, diseñadas para la comodidad absoluta: suspensiones suaves, asientos como sillones, pantallas de infoentretenimiento, maletas, control de crucero… pero también motores enormes, con cifras que pueden rozar los 400 kg de peso y 160 Nm de par.
Lo paradójico es que, pese a no ser motos que se usen para correr, su presencia en los registros de siniestros con resultado mortal supera a las deportivas, naked, trail o scooter. Y no es por imprudencias temerarias, sino por algo más sutil: la fatiga del conductor.
El enemigo invisible: las horas sobre la moto
Estas motos invitan a hacer largas rutas, cruzar provincias, incluso países. Pero ese viaje idílico, si no se planifica bien, puede pasar factura. La DGT lo ha advertido más de una vez: el exceso de horas conduciendo sin descanso puede ser tan letal como el alcohol o la velocidad.
Conducir durante 5, 6 o incluso 8 horas en trayectos continuos provoca pérdida de reflejos, microdespistes y lentitud de reacción. Y todo eso, con una moto de 350 kilos en marcha, se convierte en una combinación muy peligrosa.
Peso, dimensiones y reacción: los tres factores críticos
Otro de los elementos clave es la propia inercia de estas monturas. En una situación de emergencia, esquivar un obstáculo o frenar de golpe requiere más distancia y técnica que en una moto ligera. A eso se suma que muchos de estos modelos se conducen con pasajero y equipaje, lo que agrava aún más las consecuencias de un error.
En ciudad, estas motos no suelen usarse. En campo tampoco. Pero en autovías, nacionales o tramos de montaña, donde se realizan cientos de kilómetros del tirón, el desgaste físico y mental del conductor aumenta de forma silenciosa. Y ese cansancio, muchas veces, ni se nota hasta que ya es tarde.
¿Cómo evitarlo? Pausas, planificación y humildad
La clave para reducir el riesgo con estas motos no está en evitar usarlas, sino en conducir con cabeza. Eso significa parar cada 90 minutos, hidratarse, estirar piernas, revisar la atención. También significa no sobrevalorar la comodidad del asiento, ni pensar que por ir a 120 km/h “todo está bajo control”.
Estas motos son una maravilla técnica y una compañera ideal para largas aventuras, pero no son invulnerables. Y aunque su estética imponga, lo que realmente importa es la concentración del que va al manillar.
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Conclusión: el problema no es la máquina, es el cansancio del piloto
Ni los caballos, ni el tamaño del motor, ni el nombre de la marca. Lo que convierte a estas motos en peligrosas es el desgaste físico y mental que se acumula con el paso de las horas sin parar.
Así que, si vas a salir con tu BMW K 1600, tu Harley Electra Glide o tu Goldwing bien cargada, prepárate como si fuera una maratón. No por la velocidad, sino por la resistencia.