Se compra una Benelli TRK y le dicen que lleva un motor chino

Decir “Benelli” es pensar en historia, en carreras antiguas, en motos con encanto retro saliendo de fábricas en Pesaro, con operarios tomando espresso entre soldadura y soldadura. Pero la realidad de hoy es bien distinta: las Benelli que ves en los concesionarios europeos ya no vienen de Italia… vienen de China. Y no lo ocultan, porque no pueden.
Desde que fue adquirida por el gigante QJMotor (Qianjiang Motor Group), una de las mayores empresas chinas del sector, Benelli fabrica casi toda su gama en Asia, incluyendo sus superventas: la TRK 502, la Leoncino 500, y la Imperiale 400, entre otras.
Made in China con alma italiana... o eso dicen
El logo de Benelli sigue ahí: el escudo verde, el león rampante, el aire de nobleza. Pero cuando miras debajo del asiento te encuentras con un motor refrigerado por agua fabricado por QJMotor. Y cuando desmontas plásticos, suspensiones o escapes, los proveedores tienen nombre y apellidos que suenan más a Shenzhen que a Bolonia.
La TRK 502, por ejemplo, es la trail más vendida en España desde hace años. Y sí, tiene presencia, es cómoda, y es relativamente económica. Pero también lleva un motor que ni siquiera está a la altura de uno japonés de hace diez años. Vibra, tiene una respuesta perezosa, y pesa más que un sofá de abuela con funda de ganchillo.
¿Y por qué sigue vendiendo tanto?
Porque visualmente "entra por los ojos". Es grande, parece una maxi-trail, tiene defensas, faros LED, y una presencia que hace pensar que cuesta más de lo que realmente vale. Es la típica moto que en fotos dices: “¡buah, parece una GS!”… hasta que la arrancas.
Y ese es el truco. Benelli, con sus modelos chinos disfrazados de italianos, ha conquistado el mercado de los que quieren una moto llamativa sin dejarse un riñón. Gente que no busca prestaciones locas ni electrónica de última generación, sino algo que se vea bien en Instagram y lleve baúles.
¿Entonces es mala? No… pero no es lo que aparenta
No estamos diciendo que las Benelli sean basura, ni mucho menos. Pero tienes que saber lo que estás comprando: una moto china con diseño italiano y acabados que van de lo aceptable a lo justito. No esperes precisión japonesa, ni agilidad austríaca, ni fiabilidad alemana. Espera una moto decente, honesta, y que hace lo que puede con lo que tiene.
Y ojo, la estrategia funciona: Benelli se ha convertido en una marca súper popular en Europa y Latinoamérica, gracias a su estética agresiva y precios competitivos. Pero que no te engañen los vídeos con música épica y las banderas tricolores: la verdadera Benelli ya no huele a espresso, huele a fábrica de Zhejiang.
En resumen: más pasta con soja que con albahaca
Benelli hoy es como un restaurante italiano en China: la carta dice lasagna, pero el sabor es otro. Y mientras lo sepas antes de pagar la cuenta, no hay problema. Si buscas una moto resultona, asequible, y no te importa que lleve pasaporte chino con nombre italiano, adelante. Pero si querías revivir la mística de las carreras clásicas de los años 50… mejor sigue soñando.