Colocan una barra llena de clavos para "frenar" a los que hacen enduro: "¿Y lo están grabando?"

Lo que debía ser una jornada de enduro entre amigos por senderos de montaña en Francia estuvo a punto de terminar en tragedia. Un grupo de motoristas se encontró con una barrera improvisada en medio del camino: una cinta roja y blanca, suspendida a la altura del pecho, repleta de clavos con las puntas hacia fuera, claramente diseñada para herir o incluso matar a quien se atreviera a seguir rodando.
Lo curioso es que habían colocado una cámara de vídeo para ver lo que pasaba. El motero se ha parado y se ha escandalizado. "¿Y lo están grabando?", se preguntaba mientras colocaba un papel en el objetivo de la cámara. Tras esto, ha decidido cortar la cuerda que sostenía la barrerra.
Este tipo de artefactos peligrosos, según denuncian muchos usuarios habituales del campo y la montaña, no son casos aislados. Se trata de trampas colocadas deliberadamente por algunos individuos —presuntamente ecologistas radicales o incluso cazadores molestos con el paso de motos— con el objetivo de impedir el acceso de vehículos a ciertas zonas naturales. Pero esta vez, la crudeza del dispositivo ha encendido todas las alarmas: de haber impactado directamente contra uno de los motoristas, las consecuencias habrían sido fatales.
Una escalada de tensión en los caminos rurales
El conflicto entre practicantes del enduro y ciertos sectores que defienden una protección más estricta del entorno natural vuelve a evidenciar su cara más oscura. Aunque el debate sobre la circulación de motos por senderos rurales lleva años abierto, nada justifica el uso de métodos potencialmente letales.
La trampa descubierta en este caso no solo estaba perfectamente camuflada, sino que además se encontraba en un tramo estrecho y sin visibilidad, lo que hacía casi imposible evitarla a tiempo. Afortunadamente, los motoristas lograron frenar antes de colisionar con ella, pero no sin el susto y la indignación correspondientes.
¿Dónde está el límite de la "defensa del entorno"?
Acciones como esta abren un peligroso precedente. Aunque los usuarios de moto deben respetar las normativas de circulación por caminos rurales y forestales, responder con violencia encubierta es un acto criminal, no una medida de protección del medioambiente. La colocación de clavos, alambres tensados, cepos o trampas similares es delito en la mayoría de legislaciones europeas, incluidas la francesa y la española.
Además, la gravedad no solo recae en el intento de agresión: en zonas donde también circulan ciclistas, senderistas o incluso niños, un artefacto así puede acabar hiriendo gravemente a cualquier persona inocente.
Llamamiento a la responsabilidad y a la denuncia
Este incidente debería servir como llamamiento urgente a las autoridades para incrementar la vigilancia en las rutas de montaña y aplicar sanciones ejemplares a quienes colocan trampas de este tipo. Al mismo tiempo, se pide a los practicantes de deportes de motor en la naturaleza seguir las rutas autorizadas y respetar la convivencia con otros usuarios del entorno.
Lo ocurrido en este sendero francés no puede quedar impune. La libertad de circular por la montaña nunca debe cruzarse con el odio ni el riesgo de muerte. Porque defender la naturaleza no es compatible con poner vidas humanas en peligro.
@quent1bklf J’esquive un piège anti cross de justesse ! 😱😱 #motocross #enduro #piege #125yz ♬ son original - quentinbklf