Le dan su Kawasaki nueva con la pantalla rayada (una avería de 300 euros) y le regalan un candado por las molestias

Lo que debería haber sido una experiencia satisfactoria al comprar una motocicleta Kawasaki en un concesionario oficial de Móstoles acabó convirtiéndose, según el testimonio de un cliente, en una cadena de decepciones y falta de profesionalidad. La historia comienza en diciembre del año pasado, cuando decidió reservar una moto casi nueva —con apenas 300 km— confiando en que el proceso sería rápido y transparente.
Retrasos, papeleo… y una sorpresa desagradable
La entrega prometida para “una semana” se fue retrasando hasta convertirse en un vaivén de visitas sin resultados. En una de ellas, el cliente descubrió que en realidad solo le querían hacer firmar la documentación, y que la moto aún no estaba disponible.
Cuando finalmente acudió a recogerla, se llevó una desagradable sorpresa: la pantalla de la moto presentaba arañazos por todas partes. Según explica, el comercial —identificado como Rodrigo— atribuyó el daño al proceso de limpieza por parte de algún trabajador, pero restó importancia al asunto.
La solución: un candado barato
En lugar de asumir la responsabilidad o gestionar una reparación a cargo del concesionario, la propuesta del comercial fue que el cliente pagara él mismo los 300 euros que costaba cambiar la pantalla. Como “gesto”, le ofreció un candado de escaso valor (menos de 10 €), según el relato. Lejos de apaciguar la situación, esta respuesta incrementó el malestar del comprador, quien había confiado en un establecimiento oficial de una marca de prestigio para realizar una compra cercana a los 7.000 euros.
Silencio con los papeles… hasta que reclamó
Otro punto que generó descontento fue la falta de comunicación respecto a la documentación de la moto. Tuvo que contactar de nuevo con el comercial un mes después para enterarse de que los papeles “acababan de llegar”, lo que refuerza la sensación de falta de seguimiento y atención al cliente.
A pesar del malestar, el comercial trató de venderle igualmente los mantenimientos y revisiones oficiales, lo que el cliente consideró inapropiado después de haber sido ignorado frente a un problema evidente desde el primer día.
Respuesta del concesionario: “La moto no era nueva”
La dirección del establecimiento ha respondido públicamente a esta crítica asegurando que el cliente tuvo oportunidad de revisar el estado del vehículo antes de firmar, recordando que no se trataba de una moto nueva. También justifican los retrasos por las fechas navideñas y subrayan que las revisiones recomendadas son necesarias para mantener la garantía oficial.
Aun así, aseguran que toman nota de la queja para “seguir mejorando”.