La Guardia Civil enseña un par de las motos camufladas que usarán para "cazarte" en carretera si te portas mal
Primero fueron los coches camuflados. Después, las furgonetas. Ahora, la Dirección General de Tráfico ha subido un peldaño más en su estrategia de vigilancia encubierta con motos camufladas conducidas por agentes de paisano. El objetivo: detectar infracciones cometidas por motoristas en tiempo real sin levantar sospechas.
Hace ya un par de años que la DGT confirmó oficialmente la implantación de esta medida. Desde entonces, una parte del parque móvil de la Guardia Civil de Tráfico circula por nuestras carreteras en motos sin rotular y sin distintivos visibles, con agentes vestidos de calle. La idea es clara: pasar desapercibidos entre el resto de moteros.
Sin luces, sin uniformes... pero con sanciones
Estas motos no llevan señalización exterior ni sirenas. A simple vista, parecen motos civiles, sin más. Por eso, los agentes tampoco patrullan con el uniforme reglamentario. Solo cuando se detienen, para identificar o sancionar, se colocan el chaleco reflectante que los acredita como miembros de la Guardia Civil de Tráfico.
De momento, los modelos identificados son BMW R 1150 RT y Honda ST 1300 Pan European, motos de gran cilindrada con apariencia touring, que encajan perfectamente en cualquier grupo de moteros. Esta discreción les permite detectar adelantamientos indebidos, uso del móvil, conducción temeraria o maniobras de riesgo, incluso entre motoristas que creen que “nadie los ve”.
Motos antiguas camufladas: una medida que también genera críticas
La implementación, sin embargo, no ha estado exenta de polémica. Según denunciaba una de las asociaciones de la Guardia Civil, la DGT también ha obligado a patrullar con antiguas motos oficiales que superan los 250.000 e incluso 300.000 kilómetros, a las que simplemente se les ha retirado la rotulación para “camuflarlas”.
Estas unidades, de color blanco, no contarían con las condiciones mecánicas ideales para patrullar, generando preocupación entre los propios agentes. Algunos han llegado a calificar esta práctica como insegura, tanto para ellos como para los conductores.
Airbags defectuosos: más problemas para los agentes
A esta situación se suma otro frente: los nuevos chalecos con airbag que deberían mejorar la seguridad de los motoristas de la Guardia Civil. Según fuentes internas, estos sistemas están fallando, llegando a activarse de forma espontánea sin impacto real o, aún peor, no desplegarse en caso de accidente por fallos en el sistema de ignición. El resultado es que muchos agentes han optado por no usarlos, lo que plantea dudas sobre su fiabilidad y la calidad del equipamiento.
Vigilancia desde todos los ángulos
Mientras tanto, las furgonetas camufladas siguen operando, especialmente en tramos urbanos y carreteras secundarias. Su altura les permite controlar lo que ocurre en el interior de otros vehículos sin ser detectadas. La combinación de estas tres herramientas —motos, coches y furgonetas sin identificar— refuerza el mensaje de la DGT: el control puede venir desde cualquier dirección, y no siempre será evidente.
Un modelo eficaz, pero no exento de controversia
Las motos camufladas han llegado para quedarse, y su eficacia para detectar infracciones es indiscutible. Pero el malestar entre los propios agentes, la falta de transparencia sobre el estado de los vehículos y los problemas técnicos en los equipos de protección revelan una realidad más compleja detrás del dispositivo de vigilancia.
Mientras tanto, para los conductores —sobre dos o cuatro ruedas— el mensaje es claro: nunca sabes quién te está observando en la carretera.