Un bar pone un maniquí vestido de Guardia Civil en la puerta para que los coches "frenen" cuando pasan
En el pequeño municipio de Burgohondo (Ávila), conocido por sus paisajes de la Sierra de Gredos y por ser punto de encuentro de motoristas de toda Castilla y León, hay un local que se ha convertido en noticia por una ocurrencia tan simple como efectiva. El bar Islemm, uno de los bares moteros más populares de la zona, ha colocado en la puerta un maniquí vestido con lo que parece ser un uniforme de la Guardia Civil, provocando que todos los conductores que pasan por allí frenen al instante.
Un efecto inmediato: todos levantan el pie del acelerador
El maniquí luce un chaleco reflectante similar al reglamentario de la Guardia Civil de Tráfico y está colocado justo en el exterior del bar, de forma visible desde la carretera. Desde lejos, especialmente al sol o al caer la tarde, el reflejo del chaleco y la postura del muñeco dan la impresión de que se trata de un agente real controlando la velocidad o preparando un posible control.
El resultado ha sido inmediato: coches, motos y furgonetas reducen la velocidad en cuanto lo ven, convencidos de que hay una patrulla vigilando la vía. Muchos incluso llegan a frenar bruscamente antes de percatarse de que no se trata de un agente de verdad, sino de un truco decorativo con mucho ingenio.
Un toque de humor con espíritu motero
El bar Islemm es un punto de referencia para los aficionados a las motos que recorren la zona de Gredos. Cada fin de semana, el local se llena de motoristas que hacen parada para descansar, comentar rutas o simplemente disfrutar del ambiente.
Colocar el maniquí ha sido, según los habituales, una forma de dar un toque de humor a la fachada del bar y, al mismo tiempo, fomentar la prudencia entre los conductores que atraviesan el pueblo. “Aquí todo el mundo levanta el gas cuando lo ve, aunque venga despacio”, comenta entre risas uno de los clientes, que asegura que el maniquí se ha convertido en una atracción local.
Entre la broma y la prevención
Aunque se trata de una idea simpática, lo cierto es que el efecto disuasorio ha resultado muy eficaz. Algunos vecinos aseguran que desde que el maniquí está en la puerta, se nota que los vehículos pasan más despacio por la zona, algo especialmente positivo en un tramo donde antes se veían maniobras peligrosas.
El chaleco reflectante, muy visible incluso desde varios cientos de metros, ha convertido la fachada del Islemm en un punto de frenada involuntario para casi todos los conductores que circulan por la carretera de Burgohondo.
El bar más comentado de Burgohondo
Con esta ocurrencia, el bar Islemm no solo ha reforzado su fama como templo motero, sino que también se ha convertido en un fenómeno local. Muchos visitantes se detienen para hacer fotos con el maniquí, compartirlas en redes sociales y reírse de la confusión que provoca.
En una época en la que la seguridad vial es una preocupación constante, el gesto del bar ha logrado algo curioso: recordar la importancia de moderar la velocidad, aunque sea a través de una broma visual que confunde a más de uno.
Así, entre café, gasolina y humor, el bar Islemm ha conseguido que todo el que pasa por Burgohondo levante el pie del acelerador… aunque sea por culpa de un maniquí con chaleco reflectante que ya se ha ganado su lugar como símbolo motero de la zona.