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La DGT reconoce que las furgonetas de trabajo son un "problema" y una "asignatura pendiente en seguridad vial"

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En medio del auge del comercio electrónico y los servicios de reparto, la presencia de furgonetas en las carreteras españolas ha crecido con fuerza. Y con ello, también lo han hecho las cifras de siniestralidad. Ante esta realidad, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha decidido actuar, reuniendo a expertos, autoridades y representantes del sector en una jornada monográfica centrada en estos vehículos clave para la economía pero cada vez más implicados en accidentes.

El objetivo de este encuentro ha sido abrir un debate que permita avanzar hacia un plan específico que mejore la seguridad vial de las furgonetas, un tipo de vehículo que históricamente ha estado en tierra de nadie: ni turismo, ni camión, y fuera de muchas de las estrategias de control, formación y vigilancia aplicadas a otros segmentos.

Los datos hablan por sí solos. En 2024 fallecieron 79 ocupantes de furgoneta en vías interurbanas, casi el doble que el año anterior. También aumentaron los siniestros con heridos graves, especialmente en colisiones y salidas de vía. El envejecimiento del parque no ayuda: el 40% de las furgonetas que circulan tienen más de 20 años, y la media de antigüedad se sitúa en los 12.

En el ámbito urbano, las víctimas mortales crecieron ligeramente, aunque descendieron los heridos hospitalizados. Pero los usuarios vulnerables —peatones, ciclistas y motoristas— siguen concentrando una parte importante de los daños.

Uno de los datos más preocupantes es el consumo de alcohol y drogas entre los conductores fallecidos. En 2024, el 41% de los conductores de furgoneta muertos en carretera dieron positivo, una cifra que refleja una problemática de fondo y un factor de riesgo persistente.

Además, la antigüedad media de las furgonetas implicadas en accidentes mortales alcanza los 16,7 años, y muchas de ellas circulaban con la ITV caducada. Esta situación se agrava en entornos laborales, donde los accidentes mortales en jornada han aumentado y las furgonetas aparecen implicadas en una parte significativa de ellos.

Desde la DGT se reconoció que estos vehículos se han convertido en la columna vertebral de la logística urbana, especialmente desde la pandemia. No requieren permisos especiales ni tacógrafo, lo que los hace más accesibles pero también más difíciles de controlar. De hecho, se estima que cerca del 9% del tráfico total en España lo protagonizan las furgonetas, y las que trabajan en reparto pueden superar los 50.000 kilómetros anuales.

Para abordar este escenario, se ha puesto en marcha un plan operativo de vigilancia y control específico para furgonetas, que incluye controles sobre velocidad, consumo de sustancias, estado técnico del vehículo, estiba de mercancías y distracciones. El enfoque es tanto preventivo como disuasorio, e incluye acciones de formación y concienciación.

También se trabaja en una instrucción publicada en agosto con cuatro ejes de actuación: movilidad, siniestralidad, comunicación y prevención operativa. Esta instrucción busca reforzar la seguridad de las furgonetas en zonas urbanas y periurbanas, especialmente aquellas utilizadas en servicios profesionales.

Desde el sector empresarial se apunta a la presión que ejerce el comercio electrónico sobre los tiempos de entrega, la falta de espacios logísticos adecuados y la sustitución de vehículos pesados por furgonetas, lo que multiplica la presencia de estos vehículos en las ciudades. Esta situación ha llevado a un aumento de la congestión y de los riesgos viales, especialmente en zonas de bajas emisiones, donde las entregas se concentran en franjas horarias muy reducidas.

A pesar de todo, las cifras relativas muestran que la siniestralidad por kilómetro recorrido en furgonetas es inferior a la de turismos o motos. No obstante, el uso intensivo, el envejecimiento del parque, y la falta de una regulación específica siguen siendo factores que, según coinciden todos los expertos, requieren una respuesta urgente y coordinada.

Las soluciones no pasan solo por endurecer las normativas. Es necesario fomentar la renovación de la flota con vehículos modernos que integren sistemas avanzados de asistencia a la conducción, y promover la formación específica de los conductores profesionales. La siniestralidad ligada a estos vehículos no solo es un problema de tráfico, sino también un reto social, económico y estructural.

La jornada concluyó con una idea compartida: las furgonetas, lejos de ser un actor secundario, se han convertido en protagonistas de la movilidad contemporánea. Ahora toca ponerlas en el centro de las políticas públicas de seguridad vial.