Toda la vida en el taller oficial de Honda y se entera de que le cambian el aceite pero "pasan" de cambiarle el filtro en las revisiones
A veces llevar tu moto al taller oficial, cumplir con el libro de mantenimiento a rajatabla y pagar religiosamente por cada revisión parece la opción más segura. Pero el caso de una Honda CB 1000 R que ha llegado recientemente a Motorbike Barcelona pone en duda esa confianza. Y con razón.
La protagonista de esta historia tiene 17.000 kilómetros y ha pasado todas sus revisiones en el servicio oficial Honda, incluida una reciente, apenas 700 km antes de llegar al taller independiente. El propietario pensaba que su moto estaba en perfectas condiciones… hasta que se escuchó ese incómodo “vamos a echarle un ojo”.
Lo primero que revisaron fue el aceite del motor, que sí había sido sustituido. Pero el alivio duró poco: el filtro de aceite seguía siendo el mismo, completamente lleno de mugre. Un detalle clave, porque cambiar solo el aceite sin renovar el filtro equivale a limpiar la bañera pero dejar el tapón lleno de barro. Cuando el propietario llamó para preguntar al concesionario qué había pasado, la respuesta fue desconcertante:
“No es obligatorio cambiar el filtro”.
Pero el problema no se quedaba ahí. En esa revisión tampoco se tocó el líquido de frenos, ni tan siquiera se comprobó. Según los registros, la moto había cumplido con cada revisión periódica desde los primeros 1.000 km, pero el líquido parecía el mismo desde el concesionario.
Y lo más llamativo: el filtro de aire. Al desmontarlo, los mecánicos encontraron no solo suciedad, sino hojas secas y polvo acumulado en la caja del filtro. Literalmente, parecía haber pasado un otoño entero dentro del compartimento. Desde Honda, la explicación fue técnica y fría:
“El filtro se cambia a los 24.000 km, no antes”.
Pero ¿ni siquiera mirarlo? ¿Ni comprobar si está obstruido o sucio? Esa dejadez ha sido lo que más ha molestado al propietario, que ha invertido tiempo, dinero y confianza en un servicio que, sobre el papel, debería ser impecable.
“Es un servicio pésimo”, ha resumido tras ver con sus propios ojos lo que su “mantenimiento oficial” no había hecho.
Este caso vuelve a poner en entredicho la idea de que los servicios oficiales son siempre la mejor opción. Porque, aunque cobren como si ofrecieran un estándar de calidad superior, la realidad es que, en algunos casos, ni miran lo más básico. Y cuando un taller como Motorbike Barcelona se toma la molestia de revisar lo que el concesionario no ha hecho, el contraste es inevitable.
La conclusión es incómoda para muchos usuarios: a veces, cumplir con el plan de revisiones de fábrica no garantiza nada, y confiar ciegamente en un logo oficial puede salir caro. Muy caro. Porque una moto de alta cilindrada, bien cuidada, no puede depender solo de lo que dice una tabla de kilometraje. Requiere atención real, profesionalidad y sentido común. Cosas que, en este caso, el taller oficial no supo ofrecer.