MOTO GUZZI

Se pasea por los talleres oficiales porque su Moto Guzzi falla y encuentran la avería fuera de garantía: "483 euros de su bolsillo"

Moto Guzzi V85TT Travel

Comprar una moto nueva debería ser una experiencia ilusionante. Pero para un vecino de Canet de Mar, lo que comenzó como la compra de su Moto Guzzi V85TT Travel limitada para el A2, en diciembre de 2021, se ha convertido en una odisea mecánica de más de dos años marcada por averías, diagnósticos erróneos y un servicio posventa que, según su testimonio, ha dejado mucho que desear.

“Desde la primera revisión de los 1.000 km empezó a salirme el icono de fallo motor”, explica. A partir de ahí, la moto no arrancaba bien, se ahogaba en frío y necesitaba ayuda con el gas para mantenerse encendida. A pesar de llevarla una decena de veces al concesionario donde la compró, Motos Caparrós, el problema persistía. Y cada viaje a Barcelona implicaba dejar la moto y volver en tren a su casa, a más de 50 km.

Moto Guzzi, sin soluciones claras durante la garantía

Con la garantía a punto de caducar, decidió contactar directamente con Moto Guzzi. La marca le indicó que la llevara a un “taller oficial”, así que volvió a dejar la moto en el concesionario. Esta vez, la moto estuvo en el taller más de mes y medio.

“José fue siempre atento, eso lo reconozco, pero poco efectivo”, comenta. Tras casi dos meses sin moto, recibió una llamada:
“El problema era la presión de los neumáticos”.
Una explicación que, como era de esperar, no resolvió absolutamente nada. A los 300 kilómetros, los fallos regresaron.

Diagnósticos fallidos y avería sin cubrir

Cansado de las visitas sin solución, acudió a Motos Paya en Mataró para deslimitar la moto y aprovechar para revisar la avería. Allí le indicaron que se trataba de la bomba de gasolina (500 €). Sin embargo, al escribir de nuevo a Moto Guzzi, le respondieron que la garantía ya había vencido (habían pasado 2 años y 3 meses) y que debía asumir el coste.

No conforme con esa respuesta y tras recibir una recomendación personal de Caparrós —ya jubilado—, llevó su moto a otro taller, Via Scooter en Barcelona. Allí, tras casi tres meses de análisis, dieron con el verdadero fallo:

“Sensor pick up y volante magnético. No era la bomba de gasolina”, aclara.
Pagó 483 € de su bolsillo y esta vez sí notó un cambio radical:
“Ahora la moto es otra completamente distinta (a mejor)”.

Otro problema más, otra vez fuera de garantía

Un año después de la última reparación, al llevarla a una revisión rutinaria, la historia volvió a repetirse.

“Al salir del taller veo que el intermitente derecho tiene vida propia. A día de hoy ya no funciona”.
Según le informaron, es un fallo recurrente en este modelo y suele cubrirse en garantía. Pero, nuevamente, ya era tarde: Moto Guzzi se lavó las manos.

“Muy mal el servicio de atención al cliente de Moto Guzzi, que escurre el bulto ante problemas en garantía. Me consta que Caparrós hizo ir a su taller al responsable de la marca en Barcelona y tenían perfecto conocimiento de los problemas”, denuncia.

“Llamadme masoca…”

Pese a todo, su amor por la moto no se ha roto:

“Después de todo, es una gran moto que voy a mantener a pesar de los problemas. Me permite viajar cómodamente y es un placer conducirla”.
Y concluye con una valoración clara:
“De momento, el único taller competente para esta marca me parece que es Via Scooter. El trato excelente”.

Una historia que pone de manifiesto las deficiencias de atención al cliente y garantía en algunos casos, y que deja una pregunta en el aire: ¿qué más tiene que pasar para que un fabricante se haga responsable de los problemas reales de sus productos?